Llueve y el cristal de la ventana se asemeja a un dalmata.
Llueve y la calle se vuelve fría, relativa, menos llamativa.
Llueve y me quedo en casa con la Sombra del Ciprés Alargada.
Llueve y sola mirando llover,
la vida se limpia de sentido para dar paso a la vida del delirio.