El viaje del descubrimiento,
duro,
arduo,
solitario,
no sabes cómo ha empezado,
ni quién o qué lo ha iniciado,
pero de repente,
estás haciéndote un té para ti sola,
un té que arde, pero que sabe como nunca.
Sí, de repente está cambiando todo,
estás viajando sin moverte,
y sin que nadie se dé cuenta,
sin que nada cambie,
sin que el alrededor se mueva un ápice,
pero está cambiando todo,
por el simple hecho de que tú cambias.
El viaje no sabes cuánto va a durar,
aunque empiezas a intuir
que durará toda la vida…
y empiezas a desear
que dure toda la vida…
pero,
esperando que se compagine
la dureza y la soledad,
con la suavidad y la compañía,
y sabes que lo hará,
por eso, respiras tranquila.
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