miércoles, 12 de enero de 2011


Efímero, fugaz y a su vez eterno, inmortal

capaz de enervarte por dicha fugacidad o dicha inmortalidad,

Pero, es entonces cuando me doy cuenta de que no existe el tiempo.

Y si no existe no puede enervarme, ni alterarme, ni irritarme…

no puede…


En realidad hoy no puede enervarme nada,

ni alterarme nada,

ni irritarme nada,

porque la verdad,

esa objetiva, intocable, impoluta e inalcanzable

empieza a toparse con la otra verdad,

la subjetiva, tangible, imperfecta y sí, alcanzable.

Empiezan a acariciarse, a buscarse, a quererse…

pero nunca llegarán a nada más,

nunca harán el amor,

nunca se abrazarán del todo,

pero por lo menos hoy se acarician.


No llegarán a nada

porque es una relación imposible,

pero la buscaré y la perseguiré toda la eternidad,

ya que, al fin y al cabo, es el amor de mi vida

y de la tuya, aunque no te des cuenta,

y de la de él, aunque no se dé cuenta,

y de la de ella, aunque no se dé cuenta.

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